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5 de febrero de 2011

"EL CEMENTERIO MARINO" DE PAUL VALÉRY (TRADUCCIÓN DE FERNANDO REYES FRANZANI): UN TEXTO INDISPENSABLE PARA CONOCER LA POESÍA PURA






(Traducción al castellano por Fernando Reyes Franzani)



Paul Valéry. Escritor, ensayista, y poeta francés. Nació el 30 de octubre de 1871, y murió el 20 de julio de 1945, algunas semanas después de finalizada la Segunda Guerra Mundial en Europa. Publicó “Le cimetière marin” en 1920, y lo incorporó a su libro “Cármenes” de1922.

Estudió derecho, y más adelante matemáticas y filosofía. En los inicios de su actividad como poeta estuvo fuertemente influido por Stéphane Mallarmé, a quien conoció personalmente. Su primera publicación importante fue “La jeune Parca”, (La joven Parca), poema simbolista. Valéry, como intelectual y como poeta, puede ser considerado como un pensador escéptico, racionalista, y humanista, interesado en los procesos de producción artística más que en los productos terminados de la actividad.

Con la publicación de “El cementerio marino”, pasó a ser considerado como el máximo representante en Francia de lo que se llamó la escuela de Poesía Pura. Pero su pertenencia a esta escuela la realizó desde la variante intelectualista-esteticista, motivo por el cual su poesía se diferencia grandemente de la de Juan Ramón Jiménez por ejemplo. Nunca consideró que un poema fuera un producto acabado, más bien siempre una actividad en desarrollo, motivo por el cual a veces publicaba varias variantes de un mismo poema y algunas hasta contradictorias entre sí, lo cual siempre desesperó enormemente a los analistas literarios.

En 1925 ingresó a La Academia Francesa.

Participó grandemente de la actividad intelectual y política de su tiempo. Ejerció cargos, no necesariamente políticos, durante la Tercera República. Después de la derrota de Francia en la Segunda Guerra Mundial, y con el advenimiento de la República de Vichy, se negó a colaborar, motivo por el que fue destituido de su cargo de Administrador del Centro Universitario de Niza. Durante la ocupación Nazi, apoyó y colaboró con la resistencia francesa contra el nazismo. A su muerte recibió funerales nacionales.

No fue muy prolífico en poesía, pero sus obras completas sobre variados temas abarcan más de 20 tomos. Es principalmente estimado y recordado como poeta.

Muchas de sus reflexiones se han transformado casi en máximas. A modo de ejemplo:

- “En toda cosa inútil hay que ser genial o no meterse con ella.”

- “Las obras no se acaban, se abandonan.”

- “La educación profunda consiste en deshacerse y re hacer la educación primera.”


Sobre esta versión en castellano de “El cementerio marino”:


Se ha realizado una traducción asonantada, sin rechazar la rima consonante si ésta ocurriera. La traducción se ha rendido en verso endecasílabo como forma de obligar a la densificación del verso; y además porque el propio Valéry indicó que había rechazado usar el verso alejandrino por las mismas razones: obligar a una densificación máxima del contenido formado. Así fue que Valéry escribió su poema en versos decasílabos franceses.

La traducción no conserva la estructura de la rima del original, sino, para ser fiel al sentido formado del poema, adapta a cada estancia las posibilidades rítmicas y de rima propias del castellano. Pero se conserva el sentido estricto, (el contenido formado), del original al interior de cada estancia, aun cuando no el orden interior de los versos. De ese modo, por tanto, la rima como el orden de los versos en el interior de cada estrofa se los usa como las variables de holgura necesarias para el logro del objetivo: una rendición fiel en castellano que mantenga la densificación original del verso y una cierta exigencia exterior impuesta desde la tradición: metricidad estricta y rima.

Las trasposiciones son otra variable de holgura aquí usada, ya que el castellano lo permite, así como los encabalgamientos; ya que hubo veces en que fue necesario condensar.

Quien vaya al original, y compare, verá que hay palabras que se conservan de modo estricto e imperioso: por ejemplo: “palomas”. Y si en un verso se usó una palabra castellana para equivaler una francesa, entonces se la conserva en todas las apariciones de esa palabra en el original. Finalmente, no hay palabras adicionadas de modo arbitrario para formar las asonancias-consonancias de las rimas, que es precisamente lo que logran y hacen los que han traducido en verso alejandrino, consiguiendo un verso finalmente flojo y desmadejado, y una rima estricta que no siempre se muestra como fluida. Por su parte, las versiones en verso libre endecasílabo no han logrado la densificación original de verso ni la exigencia externa de la rima. Esta versión, es por tanto, un compromiso necesario.

El original es de métrica estricta, y cada estancia está conformada de seis versos, (24 estrofas en total), que riman de manera consonante, según la siguiente ley de estructuración: AABCCB.

En el original, cada verso se inicia con mayúscula. No en esta versión. (Toda la puntuación está adaptada al gusto propio del traductor). Traducir es también una lectura, y debe ser necesariamente personal. El propio Valéry dijo: “No hay sentido verdadero de un texto”… “No hay autoridad del autor.”… “Aunque haya querido decir, escribió lo que escribió. Una vez publicado, un texto es como un aparato del que se puede servir cada uno a su antojo y según sus medios; no hay seguridad de que el constructor lo use mejor que cualquier otro.” Lo cual lo dijo precisamente a propósitos de su poema más relevante.

Fue el antojo de este traductor tratar de obtener una versión en castellano lo más fiel posible al original que, además, sonara bien en castellano, como si el poema hubiera sido escrito originalmente en este idioma. Esto último fue lo que orientó la traducción, más que nada, y si se lo logró, o se ha fracasado, no es para este autor el evaluarlo. Por tanto, interesado lector, si lee esta versión, podrá evaluarla tanto si conoce la versión original, como si no sabe nada de francés, pues de lo que se trata es de si le gusta o no lo que lee.

Aquí dejaré solo una exégesis de ayuda: Valery en su poema está siempre refiriendo al mar y al cementerio marino como si fueran una y la misma cosa, y reflexionado por medio de esa imagen sobre el tiempo, la muerte y la vida a través de un hablante versado en el pensamiento clásico, o al menos conocedor de símbolos y figuras que vienen desde esa época ya tan lejana, y termina por identificar el propio poema en su desarrollo con el tema formado de su contenido: el mar, el cementerio marino y el propio poema se transforman en uno y lo mismo.

(La numeración de las estrofas tampoco es del original. Se la agrega con fines de si alguien quiere comparar con otras traducciones, que en castellano hay como cuarenta, y para fácil referencia a cada una de ellas).


EL CEMENTERIO MARINO



Alma mía, no aspires a la vida inmortal
             pero agota el campo de lo posible..
             
Píndaro.




I

Calmo ese techo, surco por palomas,
palpita entre los pinos y las fosas,
que, justo el mediodía, de fuego arma:
¡El mar, el mar, renaciendo cual siempre!
Para el pensamiento, largo un presente
que percibe de los dioses su calma.

II

Qué pura luz en su esplendor consume
tantos diamantes de impalpable espuma,
y cuánta paz parece que se asume
cuando sobre el abismo un sol se acuna:
Trabajo puro de una eterna lumbre,
rielar del tiempo, sueño es la cultura.

III

Cierto tesoro y Templo de Minerva.
Quietud cuán grande y en visual reserva.
Agua parpadeante, ojo que en ti guardas
tanto de sueños bajo un velo en llamas:
Edificio del alma: ¡Oh, mi silencio!
Por mil tejas de oro, cubierto techo.

IV

Que un suspiro cifre: Templo del Tiempo,
del mi mirar marino todo envuelto
me acostumbro, y a su pureza yo alzo,
como a los dioses, mi mejor ofrenda
que el agua al rutilar sembrando deja
en las alturas, desdén soberano.

V

Como el fruto que deshácese en gozo,
y en delicia su ausencia se convierte
en una boca en que su forma muere,
mi futura humareda aquí yo sorbo;
y el cielo canta al alma consumida
mudanza, en el rumor de las orillas.

VI

Cielo, cierto y bello, obsérvame en cambio
después de tanto orgullo, tanto extraño
ocio pleno, a sus poderes avaro
me abandono en este brillante espacio:
mi sombra va sobre, de muertos, casas
que en su leve movimiento me atrapan.

VII

A lumbres del solsticio expuesta el alma
me estoy, oh admirable, sosteniéndote:
justicia de la luz de crueles armas,
pura te retorno al primer soporte.
¡Mírate! Devolver la luz arroja
esa otra, su mitad, a triste sombra.

VIII

Para mí sólo, a mí solo, en mí mismo,
cerca el corazón, fuente del poema,
entre el suceso puro y el vacío
de mi grandeza interna espero el eco,
cisterna amarga y sombría resuenas:
siempre a futuro, do en el alma un hueco.

IX

Del follaje, y falso cautivo, sepas
de sus débiles rejas voraz golfo,
por deslumbre oculta, mis ojos cierras;
y el cuerpo me arrastra a fin perezoso:
¿y me atrae, en huesa tierra, cuál frente?
piensa eso una centella: mis ausentes.

X

Me place este lugar, reino de teas,
hecho de oro, umbríos árboles, piedras,
consagrado a la luz, fulgor terrestre,
fuego atrapado, inmaterial y sacro,
mármol trémulo tantas sombras bajo,
donde el mar fiel, entre mis fosas, duerme.

XI

Aparta al idólatra, poderoso
mastín, si en sonrisa de pastor, solo,
apaciento corderos misteriosos:
el blanco rebaño de quietas fosas,
y aleja las calmas cautas palomas:
los sueños vanos de ángeles curiosos.

XII

Aquí llegado, es lento el porvenir.
Tañe a sequedad el nítido insecto,
y el aire le acoge todo deshecho
sin saber en qué esencia su vivir;
cuando ebrio de ausencia: la vida es vasta,
y la amargura dulce y el alma clara.

XIII

Los muertos, ocultos bien son en tierra
que en su misterio sécalos y abriga,
el mediodía reposando encima
reconcíliase a sí mismo y se piensa
diadema perfecta en su cabal testa:
donde en ti soy, la mudanza secreta.

XIV

¡Quién sino yo contiene tus temores!
así mis dudas, contrición, dolores,
la impureza son de tu gran diamante.
Y en sus noches, y grávidas de mármoles,
un incierto pueblo enraizado en árboles
ya morosamente apoya, tu parte.

XV

Reunidos en una espesa ausencia
el rojo lodo bebe la alba esencia
y el don de vida hacia las flores pasa.
¿Dónde mueren las frases familiares,
el propio arte, las almas singulares?:
Donde téjese el llanto, hílanse larvas.

XVI

Niñas excitadas, su angustia en gritos,
ojos, dientes, párpado humedecido,
la sangre que brilla en labios rendidos,
el pecho que encanta y juega con fuego,
los últimos dones, sus guardas dedos:
todo cae a tierra y reentra al juego.

XVII

Y tú, alma grande, ¿aún un sueño sueñas
que de engaño su color no posea?
Que ojos mortales onda y oro defraudan.
¿Cantarás cuando seas vaporosa?
¡Ve! ¡Todo huye: es mi presencia porosa!
Muere también la impaciencia sagrada.

XVIII

Magra inmortalidad, negra y dorada,
horriblemente consuelas laureada
fingiendo a la muerte: seno materno.
Quién no conoce la bella mentira,
Quién no ésa rechaza: la argucia pía:”
Un cráneo vacío: Reír eterno.

XIX

Padres profundos, vacías cabezas,
que bajo la opresión de ser la tierra
en paladas: confunden nuestras huellas.
El cierto gusano en terca carcoma,
no, para quien bajo tablas reposa,
de vivos vive, ya nunca me deja.

XX

Amor quizás, ¿o de mí mismo el odio?
su oculto diente me ronda tan próximo
que todo nombre sabe en convenir.
¡No importa! Él ve y toca, él sueña y quiere,
sobre mi lecho mi carne apetece,
siendo en su vida, elegí su vivir.

XXI

Zenón, cruel Zenón, Zenón de Elea,
me has herido con tu alada flecha:
Vibra y vuela, y no avanza sin embargo.
Mátame la flecha que al silbo nazco.
Ah el sol: cómo tortuga hace al alma
en sombra: Aquiles quieto aún si afana.

XXII

¡Basta! De pie. Al tiempo venidero!
La idea cavilante quiebre el cuerpo,
y mi pecho absorba el naciente viento.
La frescura por la mar exhalada
devuelva, su poder salino, a mi alma
y en ola ondule en vida rebrotada.

XXIII

Sí, grande mar de delirios dotada,
piel de pantera, clámide horadada
por miles de luz, ídolos de fuego:
hidra total, tan ebria de tu carne
terrible, muerdes tu cola estellante
en un estruendo, igual al silencio.

XXIV

Preciso es vivir, el viento se eleva
inmenso, y abre mi libro y lo cierra,
roca, la ola en polvo, a brotar se arrogue.
Vuelen todas páginas deslumbradas,
rompan olas de aguas regocijadas
el calmo techo donde pican foques.



Fernando Reyes Franzani.
Santiago, Chile, 24 de Mayo de 2009.
09 de octubre de 2010.