Escribir
es prolongarse en la existencia y se escribe para permanecer porque lo que
permanece lo fundan los poetas dijo Holderlin. El oficio de escribir se origina
cuando el hombre descubre que es un ser destinado a la muerte. Héctor Rojas
Herazo dijo que cuando el hombre descubre que se va a morir, ya tiene asegurada
una vocación poética porque ser poeta es tener una alta conciencia del paso
inexorable del tiempo. Al final de la década de los años setenta cuando me
inicié en el ejercicio de la lectura y la escritura de la poesía no lo hice no
obstante por el descubrimiento de esa conciencia de la muerte, sino porque me
había enamorado, pero no me había enamorado de una mujer, sino me había
enamorado de las palabras, me había alucinado y maravillado con las metáforas y
las imágenes y de la belleza que se podía crear con las palabras ensambladas
para la creación poética, y ese enamoramiento permanece intacto treinta años
después desde la mañana remota en la que empecé a escribir poesía. En un poema
reciente lo dejé consignado.
Arte poética
Antes
de que me hubiera
enamorado
de
mujer alguna de carne y hueso
me
enamoré primero
de
las palabras que me alucinaron
como
años después el amor de una mujer.
Yo
amé las palabras como
a
una mujer desnuda
como
años después descubrí la poesía
en
ese cuerpo desnudo de mujer
y
desde entonces mi poesía
vive
y canta en estrechos besos
caricias
y abrazos
entre
el cuerpo y la palabra.
Sin
embargo no fue la poesía lo primero que intenté escribir sino aforismos, estaba
fascinado por escribir aforismos tal vez por la influencia de Nietzsche que por
ese entonces ya leía. Las primeras lecturas son muy importantes en la formación
de un individuo porque son las que pueden determinar y definir el
descubrimiento de una vocación literaria o intelectual. Los poetas nadaistas,
los poetas malditos, los surrealistas, los poetas de la época de la revolución
cubana y los poetas latinoamericanos fueron mis primeras lecturas que me
hicieron despertar esta vocación o pasión por la poesía. Pero sin saberlo otras
lecturas me alimentaban, la lectura de filósofos y pensadores contemporáneos
(Marx, Freud, Erich From, Marcuse etc.) que me hicieron seguir años más tarde
estudios de sociología y filosofía.
La
biblioteca pública fue el espacio donde todas las tardes a comienzo de la
década de los ochenta me dio refugio como lector infatigable. La poesía fue mi
primer amor a primera leída. Alucinado y maravillado por la belleza y la
lucidez de la poesía un día me encontré escribiéndola y desde entonces empecé a
vivir la vida poéticamente aunque la vida no fuera color de rosa pero a través
de la poesía se la trasciende con sus desengaños, sus miserias, sus conflictos
o su dura realidad. H. M. Enzensberger ha dicho que escribir poesía es el mayor
grado de libertad que un hombre pueda tener pues para escribir un poema no se
necesitan partidos y es una ocupación donde no hay jefes ni subordinados. Cómo
no acordarme entonces de aquella frase que siempre he escuchado; hierba mala
nunca muere, los poetas son hierba mala porque nunca mueren, se van a vivir,
cuando mueren, a las páginas de los libros o en la memoria o sentimiento de los
pueblos.
Los
poetas auténticos y verdaderos viven a la enemiga, como dijera Fernando
González, que no es más que no conciliar con el poder, el establecimiento o los
dogmas. En las prisiones, en las trincheras o en el exilio los poetas han
escrito poesía como lo corroboran; Hikmet, Roque Dalton, Ungaretti, Juan Gelman
etc. La poesía es un acto de resistencia espiritual del hombre contra todas las
adversidades o condenas de la vida, contra el olvido o la muerte. Las palabras
son alhajas de oro en la poesía que el poeta moderno hace brillar. La experiencia
de escribir es la más solitaria y solidaria del que ha sentido la sensibilidad
del lenguaje que lo ha convertido en poeta. La primera condición para llegar a
escribir es amar las palabras y dejarlas encantadas, porque la poesía es el
ejercicio de encantar las palabras, su valor estético y ético depende de esa
primera condición.
Dádiva
Acaso
la poesía es ese
don
que te fue dado en la tierra
aunque
un hermoso poema sigas
intentando
escribir
sabes
que en una sola línea
de
un poema hay muchos años
de
oscura experiencia interior
que
urdir un verso que te
redima
en el mundo es un arduo
ejercicio
de la lucidez
como
saber que la belleza
es
ese cielo a donde también
van
los mortales como Safo
en
el antiguo cielo de Lesbos.
El
que escribe de último escribe mejor, porque la poesía es a veces un sarampión
en los jóvenes, como lo fue soñar la revolución en muchos que hoy se
convirtieron en burócratas. En algún momento de nuestras adolescencias o
terminando esa etapa, que adolece, como su nombre lo indica, de muchas cosas,
se escribió pero se abandonó la poesía. El que logré quedarse con esa primera
emoción temprana será poeta en su madurez y escribirá poesía, mientras no se le
sequé el corazón y la imaginación. Rimbaud abandonó la poesía después de la
adolescencia, pero ya había escrito una obra genial. La poesía es más
importante que nunca, dijo Allen Ginsberg, porque es la forma más humana de
expresión. En medio del caos de la comunicación y el exceso de información, la
poesía es la voz individual que expresa la experiencia única y excéntrica de un
individuo separado y solitario.
En
la era de la Internet la poesía viaja por las autopistas de la red, lo que ha
permitido salir de la invisibilidad en la que ahora se vive por la carencia de
espacios literarios como los magazines o suplementos literarios en los
periódicos, con la excepción de los festivales multitudinarios de la poesía.
Ahora se dice que el que no está en Internet no existe, pero como la existencia
no la definen los satélites ni los medios de comunicación, prefiero quedarme
con la existencia en la definición clásica de la filosofía cartesiana del
pienso, luego existo o tal vez sería mejor ahora del escribo, luego existo.
Nota: Debido a su extensión, sólo hemos reproducido
solo una parte del texto enviado por su autor
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