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30 de mayo de 2021

POEMAS DE ORLANDO ANDRÉS BAEZ

 

 

 

 -No, ningún plan. Tengo asco por todo, ¿me

entiende? Por la gente, la vida, los versos con cue-

llo almidonado. Me tiro en un rincón y me ima-

gino todo eso. Cosas así y suciedades, todas las

noches.

 

A veces pienso que esta bestia es mejor que yo.

Que, a fin de cuentas, es él el poeta y el soñador.

El Pozo (1939), Juan Carlos Onetti.

 

Nuestros Tiempos.

X

Está todo nuestro pasado,

exhalado digital.

Puedo buscar el instante

presente pasado

e interpretarlo con la claridad

de un verso dorado

de narraciones de gusanos

conquistando manzanas eternas.

 

Y

Nuevamente el pasado de pulsaciones eléctricas.

Está vivo y latente,

presente.

Fantasmas de roca

con patas de tentáculos

y piel de gusano humeante.

 

Z

Para mi abuela esa señora

estaba loca,

por tomar una pala y trabajar su tumba.

Pintar de color escarlata

la fachada dorada del pasado ilusorio.

Y ahora yo estoy loco,

según la blasfema lectora sin tiempo.

Porque soy yo la que pare

los versos con sabor a plástico,

aroma a circuito quemado

y tacto con dedos quebrados.

 

01001

Poeta cobarde que

no cruzas la calle.

Por miedo de ver figuras monstruosas

con tus mismos ojos de mosca

dorada y visión nocturna.

 

…………………………………………………………………………………..

 

Quimera Moderna.

 

El pasado no existe, me decían.

El pasado sólo son nebulosas infinitas de un segundo.

 Pero ahí está, tan vivo que puedo tocarlo con la punta de mis dedos.

De cualquier modo, la punta de mis dedos está fría.

 

 

Mi amigo está muerto.

Sin la blanca pantalla

de simbolismos eléctricos. 

Te regalo una canción sobre Cristo,

cuya letra encierra el odio del borrego.

Estoy en el centro, otra vez, de la masacre.

Escribo basura visual

para que vomites trozos de espejos negros.

      Sí, no soy digno de                           .

Ni de escribir versos con cuello almidonado.

Pero, el tejer de las letras también es el territorio

de la bestia encerrada en colores imaginados.

En una plataforma que pronto contendrá

los pensamientos de todo humano en la tierra.

Aquel algoritmo que me lee mejor

que el más avezado lector

de los tiempos.

No, no podrá,

porque me refugio mejor que un ave

de rapiña con ojos de mosca.

Busco,

por si es que mis versos fueron escritos

por un poeta muerto.

No están.

Sin embargo

¿Lo puedes ver?

Las épocas forman un cuadro

imposible

difuminándose con el sonar

del clicker.

Pero, estimado lector,

que no eres hombre ni mujer.

Pues eres apariencia.

Pues eres mula de carga.

Pues eres un monstruo de bolsillo.

Fantasma de roca y patas de lagarto

muerto.

Pues eres proyección artificial de una máquina,

o personaje desolado de mi mala pluma.

No,

pues, eres tu propia quimera moderna.

La

 

Interpretación

La

 

Haces

 

Tú.

 

 

Innumerable.

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La historia de un toro

 

Poseía la fuerza de cien bestias

lunares y solares

en su corona de oro.

Sin embargo, estaba atado.

Una cuerda de agua

lo mantenía sujeto

a un árbol, que era,

un asidero a la tierra fértil.

 

Hace años que ya no luchaba,

en vano había intentado liberarse

sin éxito alguno.

Se conformaba con mirar

el alba y el ocaso,

alimentándose del prado

de colores fluorescentes

y escupiendo relámpagos

en los días de tormenta.

 

Un día cualquiera,

sin previo aviso,

sin profecía,

sin señal y sin eclipse

de color alguno,

la cuerda se desvaneció y,

junto con eso,

un colosal diluvio

perforó la tierra.

 

Sus patas tambalearon.

Fue como si la una galaxia entera

sucumbiera en un

cataclismo sin fin.

 

Pasaron las eras

y la bestia no logró dar ni un paso

lejos del árbol.

Quedó, finalmente,

con una pata erguida

aventurando un paso discreto

cuando se convirtió en piedra.

 

Ahora estoy bajo esa

escultura milenaria,

con mi propia cuerda de agua,

aguardando el convertirme

en piedra negra.

 

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