El Mito de la Creación
Repto hacia el lugar del huevo mágico
que habría de concederme mi deseo:
Que al reptar hacia el lugar del huevo mágico
pudiere concedérseme un deseo:
Que de reptar hacia el lugar del huevo mágico
no buscare conceder otro deseo
Que no fuere el de reptar hacia el lugar del huevo
mágico
y obligar a que la muerte lo conceda.
Extracto de la Pureza
Oigo tus dientes roer en el cartílago
como oscuras diademas de héroes silenciados
que hubiesen muerto siendo hijos de la muerte
donde tú dices aquí hay un ángulo dulcísimo
y venga el hambre a morder lo que nos quede
Oh por eso tú pequeño artífice de piedra
remece el hambre de la arboleda bajo el claro
que tímidamente ausculta la flor de su delirio
que a los héroes los tortura el llanto del corazón
sauce
y por él desenfundan la risa y el espanto
y por él acucian al verbo y a la sangre
Oh la sangre es negra ruina negro espanto
consigna de la hora en que el sepulcro y el vacío
dispondrían a la bestia esperanzas y locura
Oh serán triste sombra a la que acaso
aún podríamos dar un nombre alguna hora
a la hora en que la consignada hora sea el vacío
del vacío en que seas tú y vengas desarmado
portador sólo del espanto tuyo y mío
a decir escucha vengo a roer lo que nos queda
y ven busca esta mordida
y ven halla esta diadema
Extracto
de la Música
Ruido de música en
el aire, hendido
de silfos rientes
y cantores; huida blanca suave
música de trueno y
de tambores
alucinan silencio
y los sentidos
en la rota lira de
los viejos.
A un ángel cedan
la melodía y el arpegio
compás único. De
un ángel la melodía infunda
a los rotundos
sueños de la furia
fiebre insufrible
y tormentosa.
Será entonces
música sin lugar y sin sentido
música sin
estancia, sin cabida
en la faz muda y
ciega de aquel viejo
que en vano va
tras ella y la persigue
para olvidarse la
canción en este aliento
cuyo nudo lo asfixia y lo
sostiene.
Noctívago
En el crepúsculo se ha
ribeteado a la muerte con un jade exquisito
que preserva en su
esperanza el compás de una última melodía.
Abriré el cerrojo para
precisarlo por entre la escalinata de reptiles
y hacer surgir en ella
las flores más ínfimas y oscuras.
El archipiélago de
estrellas dará sus dobleces a la noche
y arropará con ellos el
furtivo son de las campanas.
Sólo así se reurdirán los
conciliábulos del miedo
y hallará la piedra el cántaro
que resuena sobre el agua.
Pero no hay un solo
pájaro que rasgue la veste de la noche.
No hay lluvia que disipe
el peso de las luciérnagas.
No hay prisma que se
iguale a las dimensiones del vacío.
No hay quien diga que
nunca nada ha sido para nadie
ni que el cielo esconde
su más íntima poesía.
Hay, sí, quien ha sido un
reflejo en su agonía
y abrirá para decirlo
antes que calle.
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